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martes, 25 de octubre de 2011

Mis alas


He tendido mis alas... en las cuerdas de la ropa.
A ver si se secan y las puedo volver a usar.
Es lo malo del papel, seca tan mal... rompe con nada y además queda arrugado.

Me tocará salir a comprar otras, pero el camino a pie es siempre tan pesado...
¡Y con esta tormenta! Si ya no voy a encontrar nada... y las que fabrico cada vez me duran menos, supongo que ocurre por utilizar materiales reciclados.

Arrastro mis pies horas y horas bajo la tormenta, sobre el barro. Nada, ni una tienda, ni unas alas... Y en cambio sí que veo a gente volando... "¿Cómo las conseguiste?", me quedo a veces con ganas de preguntar a alguien. Pero nunca lo hago. Y me dan tanta envidia... con esas alas tan resistentes pero ligeras, impermeables y limpias a pesar de la tormenta, ¿por qué ellos no se embarran como yo? Ah, claro, que van volando...

Aquí antes había una tienda, aquí conseguí unas de mis mejores alas... A veces me cuesta creer que las tuve. Eran tan hermosas... con sus tonos coloridos, con su brillo. Te las ponías y flotabas sin esfuerzo, ya no recordaba lo que era eso. Daría lo que fuera por volver a sentir aquello, aquella ligereza, elevarte sin darte cuenta. Tan preciosas eran, tan segura me sentía con ellas, que ciertamente las sobrevaloré, porque infalibles no eran... y como decidí usarlas para todo, impulsarme con ellas fuera a donde fuera... me las terminé cargando. Un día, simplemente, se incendiaron. Combustión espontánea, lo llaman. Claro, yo también salí escaldada. Las quemaduras me duraron meses y ahí tengo aún las cicatrices, algunas me escuecen al tocarlas o me pican cuando el viento cambia. También me rompí varios huesos, pues empezaron a arder en pleno vuelo y aunque pude planear un poco, choqué de forma bastante brusca contra el suelo. Por eso ahora cojeo, y por eso quiero unas alas con tanta urgencia, para que la gente no lo sepa, para que dejen de ser tan obvias esas secuelas.

Ahora donde estaba aquella fábrica de alas apenas queda nada. Por fuera el edificio está prácticamente igual, un edificio normal, en el que la verdad es que no me imaginaba encontrar unas alas que me entusiasmasen de esa forma. Pero ahora, dentro solo hay aire o tal vez ni eso. Porque mucho oxígeno tampoco hay, la verdad, cada vez que traspaso la puerta me cuesta respirar. El vacío, el vacío es lo que hay.

Vacío.

Y hablo dentro y no hallo respuesta. "¿Hola? Vengo a por unas alas parecidas a las que tuve... pero esta vez las quiero ignífugas... y a prueba de rayos si puede ser... ¿Hola?" Y sigo insistiendo, confieso que no es la primera vez que regreso al local por si acaso vuelve a funcionar. Pero no, allí retumba mi hola. No hay respuestas, no hay alas, no hay nada.

Y me dispongo a regresar, vuelvo a caminar arrastrando los pies por la tierra mojada otra vez... ¿qué remedio? A veces se detiene algún coche y me lleva, aunque un rato escaso. Después sigo caminando con mis pies descalzos sobre el barro, pero ya no me importa, incluso encuentro un cierto regustillo mientras se hunden en él mis plantas y mis dedos.

Pero... ahora... un momento. ¿Dónde estoy? ¿A dónde he venido? No puedo distinguir el camino...

Me he perdido.


2 comentarios :

Juno dijo...

joder esta entrada si k es B. No podia dormir y dsde el mvl te lei... Vacio...perdida...el regustiyo d tus pies. K buena joder!

Nikki dijo...

Muy buena sí!